viernes, 10 de agosto de 2018

Los alucinógenos y la cultura Chavín

Extraído de: Instituto Gallach. 2005. Historia Universal Tomo XI – La América Precolombina II. Ediciones Credimar, S.L. España. pp 25.

El desarrollo de la cultura Chavín en los Andes Centrales coincide con el proceso de sedentarización, la difusión de la agricultura y el desarrollo de la cerámica, la metalurgia y la escultura. Durante este período se produjo una notable homogenización de las creencias religiosas de un conjunto importante de culturas locales y regionales. Uno de los rasgos propios de la cultura Chavín es la creencia de que sus sacerdotes podían transformarse en jaguares para contactar y modificar la influencia de las fuerzas sobrenaturales. En las sociedades agrarias está la posibilidad de intervenir activamente permitía asegurar la continuidad del ritmo cíclico de la naturaleza y por tanto el futuro de la comunidad. La formación de los sacerdotes implicaba un prolongado proceso de aprendizaje, que debió de ser común a diversas culturas andinas. Los koghi, por ejemplo, herederos de los tairona, practican en la actualidad un ritual iniciático muy parecido al que llevaban a cabo estos antiguos pueblos. Los futuros sacerdotes del sol adquirían el don de la visión y la omnipresencia al ser criados desde jóvenes en la oscuridad de la vida nocturna sin ver la luz solar. Esta disciplina se completaba con la instrucción religiosa, la actividad ritual nocturna, y el aprendizaje en la ingestión de alucinógenos que, como el cactus de San Pedro (Echinopsis pachanoi) – cuya flor se abre solo de noche y cuyas puntas son ricas en mescalina –, permitía a los sacerdotes entrar en contacto con lo sobrenatural.

Figura 1. Interior del Templo mayor Chavín.

El templo Chavín parece haber sido la residencia diurna de aquellos aprendices de sacerdotes. En él se llevaban a cabo rituales en que las drogas psicotrópicas, bebidas o esnifadas – coca y mesacalina –, se convertían en los catalizadores de los cambios y metamorfosis. Las representaciones en piedra de la plaza circular de Chavín y la serie de metamorfosis describen las etapas de la transformación del sacerdote-chamán en su alter-ego jaguar o águila. En la costa norte de Perú se prepara aún un potente brebaje con el cactus San Pedro, que se utiliza en las sesiones nocturnas de sanación.